Cuando tenía 20 años descubri una de las sensaciones que vuelve con más fuerza cada vez que es fin de semana: Mi dispersión.
¿Habéis querido hacer todo y ver agotarse las horas sin hacer nada de lo que habéis planeado? No os preocupéis pues es moneda común reservada a gran parte de los mortales.
Aquí sentado en la mesa de este lugar con vistas a la Plaza Real, me dejo llevar rendido ante el paso de los minutos, contemplando a turistas recién llegados, mirando los mapas de la ciudad a la búsqueda de los lugares señalados cuando estaban en su living semanas antes. La vela titilante me revela y me recuerda aquellos anhelos de diversión y fiebre de Sábado. En 1979 buscaba parecerme a Travolta y emularlo en la pista de baile. Pienso ahora en esa quimera y en las sesiones autodidactas en la nocturnidad del UP&DOWN moviendo todo el cuerpo cual poseso en trance. Ahora la vieja discoteca de moda se convirtió en mi gimnasio de moda y la pista del DOWN en donde bailaba” Man eater” de Daryl Hall i John Oates ha sido sustituida por unas duchas de diseño con autoservicio de Gel, Shampoo y toallas limpias.
Las mañanas del Sábado suelen traer el descanso merecido después de toda una semana de trabajo. Durmiendo hasta media mañana, aprovecho las horas ganadas pero me queda la sensación de haber desperdiciado preciosos momentos como la salida del sol, un paseo en tren hasta mi playa favorita (Castelldefels) o la excursión en bicicleta por la ciudad haciendo fotos.
No sería objetivo si dijera que la mayoría de la gente tiene inquietudes similares. Porque veamos: Ir a una discoteca, lugar de copas o pub no son una de mis prioridades actuales. Con el tiempo he aprendido a apreciar que los interludios son mejores que las piezas principales. Ahora por ejemplo estoy esperando tranquilamente en este fabuloso local de moda, que Tili venga a buscarme cuando se despida de su amiga. Pero gracias a esta espera estoy escribiendo esta entrada en mi Blog dejándome llevar por la música que suena, el rumor de las charlas ajenas y la contemplación de los arcos y los parasoles de la plaza. Después iremos a Cenar improvisadamente y la vida nos regalará la sonrisa en los ojos del otro.
Autor: Xavier Carrasco
Fuente: xavicarrasco.es