Si visualizas una ROCA te imaginas algo duro, robusto, firme, imparable, y cuando hablas de CAN sabes que es hogar, dulzura, cariño, familia…. El Celler de CAN ROCA es precisamente eso: Mezcla de trabajo, esfuerzo y firmeza, con un toque imprescindible y necesario de cariño, equipo, familia y diversión.
Si el Rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba, Jordi Roca lo convierte en dulce.
Coincidí con el en el Rocambolesc de Playa de Aro y tuve que proponerle la entrevista, ahí quedó el tema. Volví a coincidir con él en un vuelo a Singapur y en la puerta de embarqué lo saludé y muy amable, como siempre, charlamos cinco minutitos, le dije: Jordi, nos hemos encontrado dos veces, a la tercera va la vencida, la próxima vez que nos encontremos te haré la entrevista, sentencié. Sonreímos.
Así fue, coincidí con él en el Fórum Gastronómico en Barcelona y le dije: Jordi, es la tercera vez, y a la tercera va la vencida, ahora si que sí, me dio su mail y al día siguiente me confirmó. ¡Un sueño hecho realidad! ¡Con personas así da gusto trabajar!!!! Yo soy de las que dejan fluir las cosas… fluyó! Y cabezota también, vale, de acuerdo…;)
Me recibió en el Celler de Can Roca, un café, una charla divertida y súper interesante y…. ¡Un postre en cocina sólo para mi!!! ¡Helado de masa madre!! Siento la expresión, pero está ¡de puta madre!! ¡Qué el mejor postrero del mundo te haga un postre no tiene precio!!!
Muy cercano, divertido, sonriente, de ideas locas, creativo donde los hayas, curioso, levanta la cabeza y te mira con la nariz como si supiese exactamente lo que estás pensando. Es un genio sin lugar a dudas, un revolucionario en lo suyo, excelente profesional, trabajador inagotable, cariñoso, sencillo y de dulce corazón. ¡100% cacao 100% sobresaliente!
¿Cómo recuerda su infancia?
Mi infancia… muy normal, muy bien, la recuerdo en el bar de casa, recuerdo que las navidades eran muy especiales por que en casa no había mas gente que familia, vivíamos encima del bar, allí estaban las camas, y la sala de estar y sala juegos era el restaurante, el comedor y la cocina, con lo que nunca estábamos solos en casa, siempre había gente, los clientes, que formaban parte de la familia, pero era un ambiente diferente al de otro chico normal, así que recuerdo la navidad como especial porque el restaurante estaba cerrado y la casa era sólo para nosotros…
Damian Allsop fue quien despertó su curiosidad y pasión por este mundo, ¿qué le enseñó? ¿Cómo consiguió provocar esa pasión en usted?¿Qué aprendió?
Sobretodo fue aprender un oficio que era diferente al de mis hermanos, no lo conocía y no sabía que se podía ser cocinero de postres. Me enseñó mucho a nivel técnico, brutal, me abrió un mundo, era un personaje muy particular, muy raro (risas), un tío especial y me hizo escucharlo para acabar formándome como pastelero. Hizo que me picara la curiosidad sobre el tema. También aprendí en el Bulli con Jordi Butron y vi que en el mundo de la pastelería había muchas cosas que hacer y un mundo por descubrir que me atraía mucho.
¿Cómo es la vida detrás de los fogones? ¿Aún le rechifla a día de hoy?
¡Claro! ¡Me encanta!!!
¿Mucho grito?
A pesar de lo que pueda parecer… no… la gente cuando entra en la cocina a las horas punta 10h, 11h, 12h, alucina de lo callados que estamos y del silencio que hay, queremos que esté todo el mundo concentrado haciendo lo que tiene que hacer, no hace falta gritar para trabajar, hay mucho orden.
Les han bombardeado a premios, estrellas y galardones ¿sienten presión?
No, la presión te la pones tu mismo. La gente que reserva hoy vendrá dentro de un año, eso es presión, presión que tenemos que tener nosotros y todo el restaurante, sólo queremos que ellos estén contentos, todo lo demás, por mucho que hagas, no puedes controlarlo, las estrellas, el 50 best… no puedes ser dueño de esa presión que no te toca a ti, tu tienes que hacer tu trabajo y lo que te gusta, y si los premios se ponen en sintonía ¡genial! pero si no, hay que seguir haciendo lo que tú y tu equipo os habéis fijado como rumbo.
Juega con música, combina colores, cromas, mezclas, viaja, usa tecnología, investiga con perfumes… ¡De todo vaya! ¿Qué es lo que realmente le inspira?
¡Sí! (carcajada) La suerte que tenemos ahora es que el éxito nos ha llevado a trabajar mucho y a hacer muchas cosas nuevas y nos ha permitido, por ejemplo, cerrar hoy martes para hacer creatividad, para hacer una mise en place de una manera mucho mas calmada, hablar con el equipo, hacer reuniones multidisciplinares en las que interviene gente de todo tipo, desde músicos, escenógrafos, diseñadores gráficos… gente que nos puede aportar cosas en cocina que nunca imaginábamos, con lo cual, cualquier punto de partida para hacer un concepto, un plato, lo que sea, es bueno, pero sobre todo los viajes. El hecho de salir de tu zona de confort, estar en otro sitio y ver de que manera usan según que cosas es una buena manera de abrirte la mente.
He leído que no le gusta enseñar o mejor dicho no lo pasa bien…
(Risas) ¡Jo**r si que estás preparada!
¿Y eso por qué? Compartir tu conocimiento con lo crack que eres…
Sí, viene por que Juan lleva mucho tiempo vinculado con la Escuela de Hostelería de Girona como profesor, da clases habitualmente en la escuela, ahora va menos pero antes iba muchísimo pero yo no me veo por que no me gusta, me parece bien dar clases de vez en cuando pero no educar como profesor contínuo…
Sin embargo, en Lima impartió una clase a 6 presas y eso le encantó…
¡Sí sí, eso sí!! ¡Buaaa, fue brutal! fue una experiencia muy gratificante, te das cuenta que cualquier oficio, pastelero o chocolatero… puede llegar a lugares impensables. En esta cárcel había un taller de chocolates que intentaba preparar a las mujeres para cuando saliesen del penal, les enseñaban algo que no hubiesen hecho antes, suelen ser apresadas por narcotráfico, engaños y cosas que con una educación o con un entorno distinto hubieran sido diferentes, no eran psicópatas … son gente que han acumulado un error en su vida y por ello están pagando en la cárcel. Han iniciado este taller para generar una serie de recursos y hacer un dinerito para sus familias. Fue muy chulo conocerlas, son personas muy agradecidas, les hice un par de trucos, les enseñé mi cocina…el hecho de que alguien de fuera viniese a contarles algo y las tratase como personas… porque están acostumbradas al rechazo y marginación, hablarlas de tú a tú y sonreírles les pareció muy revelador.
Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, Ale. ¿Cómo es trabajar con ella?¿Qué le enamoró?
Sí… (sonríe) muy bien, empezamos trabajando juntos, fue hace 5 años mas o menos, vino a un stage y me encantó el hecho de que es súper responsable ¡mucho más que yo! (risas), yo soy impulsivo y ella lo tenía todo previsto y perfecto, me encantó su manera de organizarlo todo y disciplinarse. La fiché por un verano, estuvo 6 meses y luego tuvo que volver a México, después volvió, al principio hablábamos con skype y eso… (sonríe).
¿Su primer beso fue en cocina?
(Risas) ¡No, no, no! ¡somos profesionales!, pero empezamos la relación cuando estaba aquí, se fue y cuando volvió formalizamos la relación. Ella es mi complemento, tiene esta parte mas “assenyada” y hace posibles mis locuras a nivel logístico. También me permite no desvincularme pero si estar más tranquilo con el Rocambolesc, del que se ocupa y yo centrarme más en el Celler. Ha encajando mucho el tema de los helados, le encanta y ¡estamos encantados!, ella en su mundo y yo en el mío.
¿Dónde tiene más guerra en las reuniones con sus hermanos o con ella?
Jajaja ¡Con ella! (muchas risas) Si sí…
¿Como definiría en dos palabras a sus hermanos?
Dos palabras: TIPOS GENIALES.
Es una relación rara que para mis es normal, no nos peleamos y no entendemos porque los hermanos se pelean, nuestra relación es muy natural y siempre hemos estado muy bien, nunca dejamos que haya un mal rollo, todo lo hablamos en la cocina de manera espontánea y todo fluye, estamos continuamente charlando, juntos y viendo como va, nunca hay ninguna chispa.